martes, 3 de mayo de 2016

¡Que alegría la mía!

Despertar en tu cama,
cubierta en frazadas,
en tu departamento nuevo,
con tu perrito.

Abrir la ventana,
la calle se ve hermosa,
eterna y despampanante,
va a ser un buen día.

Desayunas lo que más te guste,
te sonreís a vos mismo
"¡Que alegría la mía!
¡Hoy es un nuevo día!"

Salís a la calle,
la vida te sonríe,
nada puede salir mal,
y si lo hace no importa.

Hasta que abrís los ojos,
y todo era un sueño,
y sos miserable,
y sos triste.

Vivís de casa en casa,
sin un peso,
en laburos boludos,
llorando por los rincones.

Y sos gorda y triste,
y sos inútil y despreciada,
y abandonada, pisoteada.
Sos todo menos feliz.
(Escrito hace algunas semanas, un sentimiento que me acompaña el día de hoy)

Todos los días miro hacia atrás, me veo ahora, y no entiendo.
No sé por qué pero algunos tenemos un destino un poco más desdichado.
Me di cuenta que el estar desempleada combinado con el abandono de mis padres formó en mi un monstruo que me come de a partes cuando me siento ansiosa o simplemente tuve un mal día.
Hoy estoy triste y me siento una inútil.
Estoy indecisa. Desconozco qué quiero realmente para mi vida.
Me gustaría borrarme del todo, aparecer en otro lado.

Rechazo

Desde chica me inculcaron la idea de que soy poca cosa. De que carezco de importancia. Tambien la preocupación constante por el dinero y el sentimiento de que "estoy más gordita".

 Desde que puedo recordar me veo a mi misma siendo una persona triste. No es que realmente, al conocerme, alguien pueda distinguir esto en mí. Tiendo a ser muy simpática y extrovertida, y en muchos casos me han dicho que "soy la persona más feliz que conocen".

 La realidad es otra muy distinta. Me atormenta un sentimiento de incompetencia, de fracaso. Cada día que me levanto me siento un poco más inútil, y cada error o falla de mi día se convierte en una gran pérdida de autoestima y de esperanza.
 
 Perdí mi primer trabajo estable en julio de 2015. Desde entonces no hago más que intentar buscar otro nuevo, quizás mejor. Doy con empleos que no solo son miserables sino que te hacen sentir realmente mínimo, una mula, una mula estúpida y esclava, poco productiva, con nada que ofrecer, carente de utilidad.
  
 Vengo cumpliendo, quizás por una mala racha o por mi propia negatividad, con "la regla de los cinco días". En cada trabajo que tuve desde mi despido, duro solo ese tiempo, ya sea porque mi cabeza no tolera los malos tratos y el desprecio o porque "no cumplo con las expectativas de la empresa". Si bien sé que todos estos trabajos no son soñados ni mucho menos, me indigna. Me indigna que sólo puedo ser apta para trabajar en estos lugares, para aspirar a dejar de limpiar baños o a vender un abono, cuando sé que puedo hacer tantas cosas y no les doy ningún uso. Y hoy terminé con otra regla de los cinco días...

 Me indigna mi vida, mi  situación, mi "mala racha" o mi incapacidad para ver las cosas de manera "Más positiva". Y me acuerdo que no es todo culpa mía. Que no soy negativa porque quiero, porque me encanta, porque disfruto fracasar en todo. Soy negativa porque me hicieron de esta forma, porque nada de lo que me pasa colabora a ver un futuro brillante o prometedor. Porque cada día de mi vida es un calvario constante tratando de no imaginarme colgando del techo o tirándome por una ventana. Porque vivo para buscar empleos tristes y desear no haber nacido nunca,  porque ni siquiera pudieron decirme que tenerme fue un milagro o una alegría. Porque según me han dicho MIS PADRES JAMÁS DEBIERON SER PADRES, y yo debería ser hoy un bebé más en el limbo, o un deseo, o la nada misma.

Me entristezco, todos los días, porque me siento abandonada por todos lados, por mi familia, por mis amigos, despreciada en los empleos, en las entrevistas, en cada ámbito de mi vida, DESPRECIO.
Inmundicia. 

Mi único consuelo es pensar que, quizás algún día, pueda hacer algo que me gusta y mostrarles el dedo mayor a todos aquellos que causaron estos pequeños baches en mi paso, este dolor tan grande en mi pecho, y este sentimiento de humillación ante el constante rechazo.