miércoles, 23 de marzo de 2016

Sueño 23/03/16

Estoy en África. Estamos con un grupo de gente conocida en un pueblo. Nos conocemos con la gente y nos llevamos muy bien, y me hago especialmente amiga de uno de los chicos que vivían en esa aldea. Conforme voy conociendo a los miembros de esa comunidad, conozco a una señora anciana que me cuenta que este chico con quien yo tan bien me vengo llevando es violado semanalmente por una mujer que cree ser una enviada de Dios para los africanos. Suele realizar sacrificios humanos para rezar.
Un día, esta mujer se lleva a una gran parte del pueblo, incluído mi amigo, a realizar un sacrificio a las orillas de un río "doble" que consiste en dos ríos y una parte de tierra en el centro, para que la gente se arrodille, unos mirando hacia un lado, otros hacia el otro.
Invita a la gente a decir unas oraciones y luego anuncia que el verdadero sacrificio se hará con todos los africanos presentes, con ella encabezando la ceremonia y dando las directivas correspondientes.
Obliga a las personas del pueblo a realizar un ritual "purificador" del río en el que tienen que limpiarlo a fondo, sacando todo lo que encuentren dentro de él. La gente comienza a sacar cadáveres y partes del cuerpo: piernas, torsos mutilados, brazos, cuerpos enteros. Los rostros de sus conocidos comienzan a emerger de las aguas.
Recuerdo el comentario de un hombre tomando en sus manos el cadáver de una chica, mirándola con lágrimas en los ojos: se trataba de la hija más joven de su vecino.
En un momento, la mujer da la orden: los presentes deben sumergirse en el río y acabar con sus vidas.
En algún momento del sueño logré manipularlo para llegar al lugar de los hechos y acabar con la vida de esta mujer (desconozco de qué forma).

sábado, 5 de marzo de 2016

Sueño 05/03/16

Estamos en el medio del campo, Eugenia, Sofía y yo. Hay rejas, por donde miremos hay rejas.
Los árboles están muy distantes y la única luz que conocemos es la del sol cuando atardece.
Nos mantienen cautivas dos hermanos afroamericanos. De sus cuellos cuelgan los cadáveres de sus hermanos gemelos más pequeños, desnutridos e inertes, como si fueran bufandas. Los llevan colgando como una humillación, por ser los más débiles y los más jóvenes.
Pedimos clemencia, rogamos por nuestra liberación, somos ignoradas.
Planeamos un escape.
Corremos hasta que nos arden las piernas pero nos alcanzan.
Intentamos una, dos, tres veces, pero ellos siempre nos alcanzan. Y simplemente nos dejan aprisionadas, esperando que pasen los días.
Y en mi último intento de escapar, miro el cielo, y veo el sol muy de cerca, y está atardeciendo de nuevo.

Y despierto.